De ciudades insignias del automovilismo y motorsport hay muchas: Indianápolis, Silverstone, Monza, Montecarlo, Watkins Glen… Pero en pocas se respira el encanto y la pasión por los deportivos y la competición como se vive en Maranello. La città della Ferrari. Una ciudad volcada con la marca de Il Cavallino Rampante. Una ciudad de indudable visita para todo tifosi y para todo aficionado al deporte de motor, dónde el rosso es el color imperante y dónde te empapas de la Passione Ferrari. No podrás evitarlo.

A 20 kilómetros de Módena, Maranello fue la población elegida por Enzo Ferrari para construir su particular ‘fábrica de sueños’, la de la marca automovilística más laureada en la historia del motorsport. Desde 1947 con la salida del primer Ferrari por la histórica entrada en la Via Abetone Inferiore, Maranello está unido al rosso Ferrari y a la cultura del automovilismo. La marca le ha dado la vida a la ciudad, y la ciudad ha hecho de Il Cavallino Rampante su emblema. Un símbolo que se ve en cada calle, plaza o edificio. En cada uno de sus habitantes y en cada uno de los turistas que visitan Maranello para vibrar con ‘los pelirrojos’.

Maranello se descubre a pie. O, al menos, su zona más céntrica dónde encuentras el Museo Ferrari, la tienda Warm Up, el alquiler de deportivos Ferrari Push Start, la Gestione Sportiva, la antigua entrada a la fábrica, el Ristorante Cavallino, el Planet Hotel, la Ferrari Store y la iglesia. Fuera del centro, pero a relativa distancia, tienes la entrada principal a la factoría, el túnel del viento y la Pista di Fiorano. Para un día completo, ¡visítalo todo!

 

Una giornata a Maranello

De vacaciones en la Toscana este pasado verano, una de las paradas obligadas de nuestro recorrido era, ¡cómo no!, Maranello y el Museo Ferrari. Con las entradas ya en nuestra mano después de comprarlas días antes por Internet, pusimos rumbo a la ciudad para vivir un día lleno de motor. Nuestra giornata en Maranello empezó en la entrada principal de la fábrica, en Via Circonvallazione. Al volante de un FIAT 500 blanco -sólo le faltaban la franja tricolor en sus laterales para ser genuinamente italiano-, aparcamos en el parking y dejamos el tiempo pasar unos minutos. Los suficientes para seguir con la mirada a los trabajadores en su camino a la fábrica, ver el túnel de viento e imaginarnos su interior. De ahí, nos dirigimos al centro de la città y llegamos a la Gestione Sportiva. Dejamos nuestro Cinquecento rodeado de flamantes Ferrari y hicimos que nuestros pies nos guiaran bajo el sol de agosto en la provincia de Módena.

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Aunque lo más lógico hubiera sido primero visitar el Museo Ferrari, decidimos dejarlo para después de comer y recorrer los puntos de interés más cercanos. Así, llegamos a Via Abetone Inferiore, ante la antigua entrada de Ferrari, allí donde Enzo trasladó su fábrica de coches en 1927 y de dónde salieron los primeros deportivos de la marca. No es de extrañar, entonces, que en la acera de enfrente se encuentre otro símbolo del ferrarismo: el Ristorante Cavallino. Aquí solía comer Il Commendatore y ahora es frecuentado por los pilotos y directivos actuales. Parecía el lugar idóneo para disfrutar de una buena pizza, ¿no? Nosotros también lo pensábamos, e incluso ya nos imaginábamos comiendo rodeados de fotografías y piezas únicas, hasta que vimos que justamente ese lunes de agosto estaba cerrado. ¡Pues vaya!

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Como opción B, decidimos ir en busca de restaurante emblemático: el Montana. Tras caminar más de media hora por el ‘polígono’ de Ferrari, ¿cuál fue nuestra sorpresa? ¡Que también estaba cerrado! ¡Menuda suerte la nuestra! Así que, a retroceder lo andado y regresar al centro. Pero como dicen que no hay mal que por bien no venga, aprovechamos para hacer una ‘ruta alternativa’ y rodear parte de la fábrica Ferrari y sus instalaciones. ¿Sabías que algunas de las calles interiores de este polígono tienen nombres de piloto? Como la Via Kimi Raikkonen, que nosotros vimos. Eso sí, todas las calles aledañas a las instalaciones Ferrari llevan el nombre de grandes pilotos de la marca: Via Ascari, Tazio Nuvolari, Michele Alboreto, Giuseppe Farina…

Así que, antes de comer, desandamos nuestros pasos y entramos a la Ferrari Store, situada prácticamente enfrente del antiguo acceso principal a Ferrari. Con más de 600 metros cuadrados de exposición, la tienda es una joya para todo aficionado a la marca ya sea al ámbito más competitivo como a los deportivos de calle. Eso sí, con varios coches de exposición para el deleite de los fans más aférrimos. Adfemás, en el mismo edificio de la Ferrari Store, se alza el imponente Planet Hotel, el hotel de referencia para todos aquellos pilotos y/o directivos de Ferrari en su visita a a la escudería.

Tras comer, en un restaurante familiar y tranquilo, ahora sí pusimos rumbo al Museo Ferrari. Teníamos toda la tarde por delante para adentrarnos por completo en la filosofía e ideario de Enzo Ferrari, y en la historia y éxitos de Il Cavallino Rampante. Fiel a la imagen de grandeza de la marca, la plaza dónde se sitúa el museo y su propio acceso es de una magnificencia insuperable. No se trata de la entrada a un museo, se trata de la antesala a las mágicas profundidades de un mito. De conocer el sueño de Enzo. De vivirlo.

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Tras un imponente muro con su correspondiente gran Cavallino Rampante, el sueño de Enzo se hace realidad. Mires dónde mires, las joyas de Ferrari se muestran majestuosas para que, en cada parpadeo, te invada la máxima sensación de éxtasis. 

El museo se divide en tres zonas: historia de la marca y deportivos; Fórmula 1; y GT’s.En la primera, el impulso de Il Commendatore te traslada a los primeros años de la Scuderia, desde la financiación del Banco San Geminiano e San Prospero que le permitió construir su sueño, hasta la réplica exacta de su despacho pasando por los nombres de los pilotos que han hecho (aún más) grande el nombre de Ferrari en el motorsport. Toda una historia explicada, también, con la exposición de sus deportivos más famosos: el FXX K, el 550 Barchetta Pininfarina, el F60 America, el Enzo Ferrari, el F50 y LaFerrari, entre muchas otras joyas pelirrojas.

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En la segunda planta del Museo Ferrari, los éxitos en el motorsport están a nuestra vista. Todo para nuestros ojos. La sección de Fórmula 1 está presidida por los monoplazas de los pilotos que han sido campeones con Ferrari: Alberto Ascari, Juan Manuel Fangio, Mike Hawthorn, Phil Hill, John Surtees, Niki Lauda, Jody Scheckter, Michael Schumacher y Kimi Räikkönen. Y justo enfrente, en la gran sala de los campeones, una descomunal vitrina con trofeos del Gran Circo y auténticas reliquias de cada uno de los vencedores: sus cascos. Todo un paseo por la evolución de la seguridad en el deporte.

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Y, para acabar la visita, salimos de la zona más nostálgica, íntima y sentimental para abrirnos a la participación de Ferrari en el mundo de la competición. Desde Le Mans, la Targa Florio, el IMSA GT… hasta muchos de los monoplazas de F1 que han dejado huella en los tifosi.

Tras salir del Museo Ferrari conociendo más de cerca a Il Commendatore y el mito de la escudería, una buena opción es seguir con este ‘hype’ y cotillear en las tiendas cercanas. Entrar en Warm Up, la más próxima al museo, es maravillarse con estanterías de libros, maquetas, coches a escala y otros recuerdos no solo de Ferrari sino de las demás grandes marcas del motor. Una perfecta elección para comprar un souvenir si en la tienda oficial de Ferrari el precio no te ha cuajado. Aunque si el dinero no es una preocupación, nada mejor que alquilar un Ferrari en Push Start y pasear por las calles de Maranello.

El siguiente punto de nuestro recorrido nos llevó al centro urbano de Maranello, justo delante de la Chiesa Parrocchiale, la iglesia. Aquí, cada vez que Ferrari gana un Gran Premio de Fórmula 1, las campanas suenan para anunciar a la población de un nuevo triunfo. Por ello, no es de extrañar que en la rotonda de enfrente se alce la estatua de un Cavallino Rampante, como símbolo de poder y orgullo de los maranellesi.

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El día iba llegando a su fin pero no podíamos marcharnos de Maranello sin antes acercarnos lo máximo posible a Fiorano, el circuito de pruebas de Ferrari. Aunque si bien es cierto que parte de su trazado limita con las calles cercanas a la Gestione Sportiva, es imposible ver algo ya que una extensa y alta valla impide que, curiosos como nosotros, cotilleemos más de lo debido. Sin embargo, sí se puede llegar hasta una de las entradas ¡y allí nos fuimos! Aunque poco pudimos ver, sí nos sentimos más cerca de la historia, de la competición y de un circuito que, actualmente, es territorio de pruebas para los nuevos modelos de calle.

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Con la ‘visita’ a Fiorano, la giornata a Maranello ahora sí llegó a su fin. Un día intenso y emocionante en el que contactamos con la esencia ferrarista y la de su población. Ahora, era momento de volver al FIAT 500 y poner rumbo a Montecatone, el pequeño pueblo al lado de Imola en el que nos alojábamos. Allí, visitamos el Autodromo Enzo e Dino Ferrari y nos acercamos a la fábrica de Toro Rosso en Faenza. Pero esto, ya es otra historia…

 

6 comentarios en «Una giornata a Maranello, la città della Ferrari»

  1. Interesante viaje, se nota en la buena manera de esplicarlo que disfrutastes. Sin haber viajado lla conozco otro sitio, espero el prosimo recorrido.Gracias por tu blog .

    1. Hola mariposa, ¡muchas gracias por tu comentario! Es todo un placer saber que has disfrutado de la lectura, ¡y sobre todo que te ha parecido estar allí!
      Si tienes oportunidad y te gusta el motor, este viaje es uno de tus próximos destinos 😉
      Un abrazo

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